Reseña de Zoo o cartas de no amor en BCN Week

21/09/2010

"Un regalo y una lección de literatura y de vida", afirma el escritor y crítico Sergi Bellver

ZOO O CARTAS DE NO AMOR

 

Reseña firmada por Sergi Bellver (BCN Week, septiembre 2010)

 

En ocasiones, el rodeo es el camino más limpio a una verdad que no resiste el peso de las circunstancias. Cuando un sentimiento se atrinchera aun sabiend...

21/09/2010

"Un regalo y una lección de literatura y de vida", afirma el escritor y crítico Sergi Bellver

ZOO O CARTAS DE NO AMOR

 

Reseña firmada por Sergi Bellver (BCN Week, septiembre 2010)

 

En ocasiones, el rodeo es el camino más limpio a una verdad que no resiste el peso de las circunstancias. Cuando un sentimiento se atrinchera aun sabiendo perdida la guerra, sobrevienen la desesperación o la determinación y, entre los dispuestos a rendirse, se muestran aquellos seres capaces de presentar batalla, camuflándose en el terreno o acechando los flancos con el sigilo de la niebla. Seres que perderán la guerra de todos modos pero que le ofrecen a otros la belleza de su empeño y valentía. Del desamor nace la mitad de la literatura, dicen, y de uno tan amordazado como Zoo o cartas de no amorrecibimos hoy un regalo y una lección de literatura y vida.

 

El Berlín de los primeros años veinte acogió a buena parte del exilio ruso y entre aquellos que huían de una revolución fraticida se encontraban los escritores Viktor Shklovski y Elsa Triolet. De su encuentro resultaría este amor alimentado durante años por Shklovski, incapaz sin embargo de retener a su lado al pájaro libre que siempre fue Elsa, la Alia del libro, la misma Elsa que luego sería musa y compañera de Louis Aragon. Si Zoo o cartas de no amor es una lección no es sólo por su historia, sino también por el modo en que su autor trata el lenguaje mismo, la figura de Elsa o el mundo que les tocó vivir. Coetáneo y camarada de autores como Gorki, Maiakovski o Zamiatin, poeta reconocido y partícipe en primera instancia de los grandes cambios en su país, Shklovski decide abandonarlo por principios, disconforme con la deriva del régimen soviético. En Berlín se convierte en un exiliado más, en un poeta desapercibido y un hombre expuesto. Su ideal le mueve incluso a respetar las reglas del juego que Elsa impondría en su especial relación, al prohibirle el amor mismo como tema de sus frecuentes cartas. Así, el autor mimetizaría sus sentimientos en otros motivos, en un fino retrato del Berlín de la época, del abigarrado cuadro del exilio ruso y de la literatura y el arte de aquellos días extraños en la vieja Europa. Pero, sobre todo, el discurso literario de Shklovski obedece a un criterio firme y honesto, a una convicción de que la forma puede albergar profundidad bajo la ligereza, de que la palabra puede ser bella sin padecer el excesivo adorno. De que cabe antes mostrar que decir.

 

El compendio de cartas y sucesivos prólogos que el autor fue añadiendo a las diferentes ediciones de Zoo o cartas de no amor conoce en la de Ático de los Libros su versión definitiva y mejor trabajada en castellano, en un libro con el que todavía hoy puede el lector emocionarse y disfrutar de esta guerra que quizá Shklovski perdió en el amor pero que, sin duda, ganó para la literatura.

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