Mi tío Napoleón en The Washington Post
14/02/2010

Una novela sorprendente, una farsa picante e irreverente que envuelve una historia de discreta melancolía.

El novelista iraní Iraj Pezeshkzad nos embarca en los locos enredos de una familia iraní de clase alta.  El libro es una larga fiesta que pasa de una situación absurda a otra. Se lee sin dejar de reír hasta que el fin de la fie...

14/02/2010

Una novela sorprendente, una farsa picante e irreverente que envuelve una historia de discreta melancolía.

El novelista iraní Iraj Pezeshkzad nos embarca en los locos enredos de una familia iraní de clase alta.  El libro es una larga fiesta que pasa de una situación absurda a otra. Se lee sin dejar de reír hasta que el fin de la fiesta nos pilla desprevenidos y una quietud resonante sustituye al alboroto.
La historia comienza en Irán a principios de la década de los cuarenta. En un jardín de Teherán, exactamente a las 14:45 horas de un viernes de Agosto, en narrador de 13 años se enamora. El objeto de ese amor es su prima y compañera de juegos Layli. Su padre es el Tío Napoleón que da título al libro. El país se encuentra al borde de la invasión de los aliados pero el jardín de la casa se convierte en el escenario de otra batalla más personal, la del padre del narrador con el Tío Napoleón. Al patriarca, que toma su apodo de su ídolo, le gusta contra batallitas sobre los británicos. Es la figura reverenciada en el aristocrático clan que vive, aunque en casas separadas, alrededor del mismo jardín. Nunca se contradice al Tío Napoleón, tan sólo el padre del narrador osa enfrentarse a él.
 
El resultado es una discusión familiar que adquiere absurdas y no menos trágicas dimensiones y que acaba poniendo en peligro no solo a la historia de amor de nuestro narrador sino también a la cordura del Tío Napoleón. El cabeza de familia está convencido de que los británicos van a por él y esto llevará al desenlace de un relato que es a la vez una historia de amor, una sátira y una farsa pero que consigue, al mismo tiempo, ser mucho más que la suma de todo eso.
 
Cuando se publicó en Irán en los años setenta, el libro se convirtió en un fenómeno nacional. En los años revueltos previos a la revolución del 79, una serie de television basada en la novela fascinó a los espectadores. Para toda una generación de iranís, la expresión “San Francisco” se conviritió en un eufemismo de tener relaciones sexuales gracias al tío del narrador, Asadollah Mirza, convertido en irreprimible antihéroe de Pezeshkzad.
 
Asadollah es un diplomático libidinoso y amante de la juerga cuya respuesta a la mayoría de sus problemas es “hacer un viaje a San Francisco”. A pesar de sus travesuras, Asadollah es el único que intenta reparar la ruptura familiar y el daño que le está causando a su joven sobrino. Sus esfuerzos se ven constantemente asistidos y frustrados por personajes como un carnicero primitivo que está casado con el pendón del barrio, un detective autoritario creador del “internacionalmente famoso método de investigación sorpresa” y el fiel sirviente del Tío Napoleón, Mash Qasem, que siempre reclama su papel en los relatos de las hazañas imaginarias de su amo  y que comienza cada una de sus frases con las palabras “¿Por qué iba yo a mentir?”.
 
Pezeshkzad, como cualquier otro autor escritor de categoría, trasciende las fronteras culturales. Su literatura está llena de brio y humor. Mi tío Napoleónretrata con patetismo esa vida comunal que es tan característica de Oriente. En este libro, como en Irán, el núcleo central es la familia, no el individuo, al menos hasta que los acontecimientos entran en acción. 
 
Esos acontecimientos traen como consecuencia  la marcha del narrador del jardín que le ha visto crecer. El silencioso epílogo contrasta fuertemente con el resto de la obra. Sutil y elocuente, el final está escrito con la voz de un hombre que ya ha dejado atrás la niñez. Su familia, como muchas familias iraníes, se ha dispersado por el mundo. Su vida ha cambiado y no es la misma. La maravillosa burbuja de su sitiado amor ha estallado. Mi tío Napoleón narra la desgarradora historia de la pérdida de la incocencia de un niño y de un país. 

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