Kanikosen en Le Magazine Littéraire
01/03/2010

Sigue la cascada de reseñas sobre el fenómeno Kanikosen en Francia: Le Magazine Littéraire califica el libro de "obra maestra"

LE MAGAZINE LITTÉRAIRE

La triunfal resurrección de un japonés

Imagínense que un clásico como Germinal, de Émile Zola, encabeza de repente las listas de los más vendidos en Francia. Pues eso es lo que sucedió c...

01/03/2010

Sigue la cascada de reseñas sobre el fenómeno Kanikosen en Francia: Le Magazine Littéraire califica el libro de "obra maestra"

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La triunfal resurrección de un japonés

Imagínense que un clásico como Germinal, de Émile Zola, encabeza de repente las listas de los más vendidos en Francia. Pues eso es lo que sucedió con Kanikosen en Japón: más de 500.000 ejemplares vendidos solamente en 2008. Hasta entonces, esta obra era «solamente» una obra maestra de la literatura proletaria, escrita en 1929 por Takiji Kobayashi. Merced a un concurso literario en un diario nacional, el libro ha sido redescubierto por la juventud japonesa, que se abalanza sobre él con frenesí. El propio título de la novela, Kanikosen, ha entrado en el lenguaje habitual para describir la situación de precariado que azota a los trabajadores. (…)

¿Qué tiene Kanikosen, que va más allá de la pura narración de la pesca y enlatado del cangrejo en el mar de Kamchatka? Kobayashi cumple con una de las funciones literarias más urgentes que puede haber hoy en día: inventa una voz para narrar la angustia del trabajo, la soledad de los dominados, la necesidad que tienen de unirse, y las insuperables dificultades a las que se enfrentan para hacerse entender. Lo hace con un estilo áspero, entrecortado, rugoso, sin la nobleza humanista de un Joseph Conrad pero con la brutalidad que dota al libro del tono justo. Kobayashi creció en la isla de Hokkaido en plena expansión capitalista, y sin duda allí pudo observar las condiciones de vida de las poblaciones obreras y su creciente deshumanización. Por tanto, es capaz de reconstruir el argumentario de la opresión en unos términos que están de preocupante actualidad: el intendente del barco sabe obtener la obediencia de sus trabajadores afirmando que están en juego, para convencerles de que lleven a cabo labores serviles, grandilocuentes valores y objetivos: «Son asuntos», afirma, «de la mayor importancia para las relaciones internacionales». El mismo personaje le indica al capitán que debe actuar en nombre de la empresa, invocando así una de las bases fundamentales de la sociedad contemporánea: la evasión de la responsabilidad («Este barco pertenece a la empresa, ¿está claro?»). Finlamente, el lector es testigo de cómo las leyes de la competencia y del beneficio llevan a las situaciones más despiadadas y absurdas. El capataz se niega a salvar un barco que acaba de lanzar un SOS, afirmando con cinismo: «Esa bañera vale más hundida que flotando».

    Esa es la razón por la que estas escenas, de crudo realismo ya en su época, hoy son releídas y entendidas por el público como parábolas. Así, los japoneses también recuperan su pasado, y se reencuentran con una historia que no es tanto la del imperio, sino la de su pueblo. Pero este libro es, sobre todo, un alarmante juego de ecos que debería llevarnos a la reflexión. Para muestra, la respuesta de Kobayashi, en 1930, a la pregunta de una revista: «¿Qué piensa hacer en 1930?». El autor repuso: «¿Qué haré el año que viene? Para nosotros, la cuestión es más bien: ¿en qué nos convertiremos el año que viene? ¿Qué será de nosotros, y cuándo?».

Maxime Rovere, Le Magazine Littéraire, febrero de 2010

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