Mi tío Napoleón en EL PERIÓDICO
08/07/2010

"Una suave comedia (...) que puede recordar a Las aventuras del buen soldado Svjek"

El convulso Irán del siglo XX emerge a través de su literatura

La realidad iraní del siglo XX, vista desde tres ópticas distintas pero complementarias y unidas por múltiples lazos, es lo que tienen en común tres novedades recientes escritas por autor...

08/07/2010

"Una suave comedia (...) que puede recordar a Las aventuras del buen soldado Svjek"

El convulso Irán del siglo XX emerge a través de su literatura

La realidad iraní del siglo XX, vista desde tres ópticas distintas pero complementarias y unidas por múltiples lazos, es lo que tienen en común tres novedades recientes escritas por autores nacidos en Irán pero que se han visto abocados al exilio. El diplomático Iraj Pezeshkzad vio desde Francia, donde vive actualmente, cómo el ayatolá Jomeini prohibía Mi tío Napoleón, novela publicada en 1973, en el periodo final de la dictadura del sha Reza Pahlevi, para quien desempeñó varios cargos.

(...)

IRAJ PEZESHKZAD

Una comedia con un Quijote napoleónico

Iraj Pezeshkzad (Teherán, 1928), que trabajó para el sha, se exilió en París cuando se proclamó la República islámica en 1979. Mi tío Napoleón (Ático de los Libros, traducido del original en farsi por Víctor Fuentes), es una de las lecturas más populares en Irán, antes y después de ser prohibida por Jomeini, que declaró la guerra a toda obra que se distanciase un milímetro de la ortodoxia musulmana chií.

Mi tío Napoleón responde por fecha de publicación (1973) al periodo final de la dictadura del sha, una dictadura que quedó en parte diluida en el imaginario colectivo por la comparación con el fanatismo inquisitorial del nuevo régimen islamista. Desde otro punto de vista, el libro refleja el ambiente del Irán de los años 40, cuando el país estaba intervenido por ingleses y soviéticos, lo que explica la virulencia antibritánica del protagonista, cuyo seudónimo responde a su identificación con el enemigo histórico de los ingleses, Napoleón Bonaparte. Su figura, en la que a veces se ha querido ver la de un Don Quijote persa, es la de un aristócrata defensor de viejos principios en una sociedad en transformación, aquí representada, en el reducido marco de un jardín compartido por una familia extensa, por el protagonista, su criado (también imaginado como un Sancho Panza, famoso por su frase proverbial: «de aquí a la tumba hay cuatro dedos»), otros familiares y los vecinos (y vecinas), enzarzados en una discusión interminable sobre nimiedades.

EL SEXO / La ficción muestra un mundo doméstico donde reina una auténtica libertad limitada por la ley civil y donde, las relaciones sexuales, lícitas e ilícitas, encuentran diversos cauces para su consumación, como en la mejor literatura picaresca. Mi tío Napoleón es una suave comedia que toma mucho de los modelos occidentales y que puede recordar a Las aventuras del buen soldado Svejk, de Jaroslav Hasek, a los personajes de P. G. Wodehouse y a las intrigas de un vodevil francés de ritmo pausado, pero con las mismas situaciones equívocas, los mismos enredos amorosos y las mismas invenciones estrafalarias destinadas a provocar la sonrisa.

Artículo de Carlos Martínez Shaw para EL PERIÓDICO, 7 de julio de 2010

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